LAS PALABRAS Y LA LEY ETERNA DE JESÚS DE NAZARET

LAS PALABRAS Y LA LEY ETERNA DE JESÚS DE NAZARET

06/07/2020

Aprended y escuchad las palabras y la ley eterna de Jesús de Nazaret con el oído de la verdad y no con el intelecto, pues éste nubla la esencia de las palabras.

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LAS PALABRAS DE LA LEY ETERNA

Sabemos que la ley eterna es absoluta pero tus palabras son duras.

Las palabras que pronuncie, siendo Jesús de Nazaret, no eran las murmuraciones de los fariseos y escribas, que hablaban al gusto del pueblo para recibir reconocimiento, alabanza y paga. Las palabras en mis predicaciones, siendo Jesús de Nazaret, fueron claras e inequívocas -tal como también fluyen las palabras, siendo como Cristo, a través de Mi instrumento, a través de Mi profetisa, el rayo de luz de la Sabiduría divina.

Sólo los pecadores, aquellos que querían permanecer en el pecado, Me dijeron, siendo Jesús de Nazaret: "Tus palabras son duras. ¿Quién puede escucharlas?” La ley eterna es absoluta. Y, quien la escuche, reconocerá que requiere del hombre el decidirse y el ser consecuente -bien a favor o en contra de Dios-. Quien no obstante no desee decidirse, porque él mismo es la nata en la leche para desnatar también él mismo la leche, es decir, enterarse de algo en todo a fin de luego sacar ventaja de ello para sí, habla de la dureza de la ley eterna.

Yo Soy la Ley, lo Absoluto. El indeciso es duro con sus semejantes, pero blando como la cera cuando se trata de lo personal, de él mismo. El quiere moverse sólo en la superficie -como la nata en la leche- y no ahondar en lo profundo, lo verdadero, porque la ley eterna requiere de él consecuencia.

Quien lea las palabras de mis enseñanzas y se aparte de ellas con los argumentos de los escribas, fariseos y sus seguidores de entonces -Sus palabras son duras. ¿Quién puede escucharlas?-, debería dejarlas hasta que se reconozca a sí mismo como fariseo y escriba de la actualidad, que otra vez no desea aceptar al Cristo, que Yo Soy, porque no quiere decidirse a favor de la verdad.

Las palabras que he dicho son la Ley eterna universal, la ley eterna; requieren la decisión a favor o en contra de Mí. Quien lo pueda captar, que lo capte. Quien lo quiera dejar, que lo deje. Cada uno carga por sí mismo con lo que él es, y es por sí mismo responsable ante la Ley eterna universal, Dios, de lo que él es.

Tú eres tu sensación, tu pensamiento, tu palabra y tu acto. ¡Mídete con ello!

LAS PALABRAS SÓLO SON SÍMBOLOS

En el reino de las almas no hay máscaras.

Las palabras sólo son símbolos e indicadores de camino. La mortificación es represión. Cada hombre posee el libre albedrío: una buena siembra trae buena cosecha. Dios advierte, El no castiga. Dad la vuelta a tiempo, antes de que el destino siga su curso. Palabras humanas, conceptos y medidas, y sus significados, sólo son indicadores de camino a la verdad.

Las palabras de Cristo cuando habló en el sentido de lo que sigue:

Tomad los textos bíblicos que Yo os haré llegar, y dejad que se deslice vuestra conciencia espiritual sobre los textos; es decir: leed con los ojos de la verdad -y no con el intelecto, pues éste nubla la vista y la comprensión de la verdad. El ojo de la verdad recaerá entonces sobre aquellos textos que contengan la verdad que es significativa para el presente y para el tiempo venidero, pues Yo la introduciré en vuestro corazón. Entonces explicaré y profundizaré a través de vosotros. Son las palabras de Dios, procedentes del espíritu de la verdad, que grandes profetas e iluminados recibieron, como predicciones para el tiempo actual y para el venidero.

LAS PALABRAS Y LA VERDAD

Las palabras de Jesús de Nazaret, al final del Sermón de la Montaña:

No todo el que dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre, que está en los Cielos. Y: Aquel, pues, que escucha Mis palabras y las pone por obra, será como el varón prudente, que edificó su casa sobre roca. Y: El que Me escucha estas palabras y no las pone por obra, será semejante al necio que edifica su casa sobre arena.

Siendo Jesús de Nazaret, hace casi dos mil años, Cristo regaló el Sermón de la Montaña a la humanidad, y dijo palabras con el sentido de las siguientes: Aún tengo mucho que deciros, pero ahora todavía no lo podéis comprender. Sin embargo, Yo os enviaré el Espíritu de la Verdad, que os conducirá a toda la verdad.

Quien escucha y lee estas Mis palabras, está iniciado en los acontecimientos venideros y en el SER. Creer en ello o rechazarme a Mí, la Verdad de la vida, Dios, su Señor -de eso es libre cada uno de Mis hijos, pues Yo les he dado el libre albedrío-. Por tanto, cada cual es por sí mismo responsable -de su fe o de su incredulidad, de estar a favor o en contra de Mí.

Quien tenga ojos, que vea; quien tenga oídos, que oiga. Aquel cuya alma siente la luz del Eterno, sabe que estas leyes para el Reino de Paz de Jesucristo han sido dadas procediendo de Mí, Dios, La Verdad eterna, que Yo Soy de eternidad a eternidad -el Padre primario de todos Mis hijos, de eternidad a eternidad.

En nombre del Santísimo. Amén

«Aprendemos a ordenar nuestros pensamientos, a refrenar nuestras palabras, a refinar los sentidos y a dirigirlos así hacia el interior».

Jesús el Cristo


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